jueves, 23 de agosto de 2007

Capítulo III, Instituto de corrección mental

Las leyes del funcionamiento psicológico siguen siendo un misterio para el hombre; todas sus teorías son erradas. Aquella mujer tendría sus cincuenta años, los diplomas se suspendían en la pared a sus espaldas y rara vez dejaba descansar la sonrisa. Cuando me vio entrar pude notar que había ensayado aquel saludo una eternidad; luego se quedó mirándome en silencio por cinco segundos.
Entre aquella sonrisa falsa percibí un fuerte olor a miedo (las pausas a veces son delatadoras).
El miedo huele a chavito, a cobre sucio. -¿Alondra Girondo? -Sí -Mucho gusto, ¿te gustaría hablar? -No. -Bueno, entonces dime tu edad. Tensé mi ceño e incliné la cabeza hacia la derecha. Por supuesto que no me sorprendió que se planteara la contradicción de que, aunque ya le había dicho que no quería hablar, ésta insistiera con una tangente. Le dije; -Usted sabe, ya sabe todo, igual que mi nombre. Aquella mujer se inquietó, le tembló la mirada sobre mi expediente; -¡Tienes razón!, ocho años desde ayer, perdón.


A mi nadie me ha tratado como una niña, sin concesiones o atenciones especiales, eso lo supe agradecer; siempre esperé el golpe, el silencio y la soledad estricta.

Esta mujer se ponía nerviosa y apretaba los ojos, repetía el gesto unas cinco veces. Mi mirada no se perturbó ni un solo segundo, trataba de penetrarle los ojos, de descubrirla. Era una mujer falsa que se escondía tras un título del cual ni ella misma estaba segura.


Se puso de pies, me preguntó si estaba cómoda:

-¿estás cómoda?, ¿Quieres sentarte en aquel colchón?

Al que miré con horror;

-No.

-¿Te gusta jugar?...

Pensé que estaba siendo irónica, seguro conocía la historia de las mariposas, pero no, había cometido un error.

Le regalé una sonrisa. Sus ojos se abrieron, se dio cuenta que había metido la pata,
entonces le dije:

-¿Usted quiere jugar?

Abrió su gaveta izquierda, de allí sacó una de esas paletas redondas y planas, color roja.

-¿Quieres?

La miré sin moverme. Entonces le agarré la mano;

-Usted, ¿quiere jugar?

Retiró su brazo escurridizo. El viento sonó entre sus dedos.
Entonces, nerviosa, con el golpe que le daba a sus párpados, comenzó a hablar dando vueltas por su oficina.
-¿Sabes lo que se hace con niñas cómo tú en este país?, deberías estar presa en una correccional, allí se enderezan las faltas de respeto, eres muy arrogante para ser tan pequeña. (¿Acaso la arrogancia se gana con la edad?)
Para ese entonces, palabras como arrogancia eran un misterio para mí. Aunque recuerdo la incomodidad que me hacía sentir el que me tuvieran enclaustrada escuchando una persona tan amargada y asustada a la vez. La falsedad no me hacía ningún tipo de sentido.
-No la entiendo.
Entonces se me pegó a la cara a gritarme. Terminó agarrándome de un brazo, jamaqueándome en la silla. Mi cara sostenía la expresión fruncida de mi ceño, comenzó a entumecerse, a recordarme el dolor entre las piernas que me provocaba mi padrastro cuando metía su carne dentro de mí y sentía cómo mis caderas se expandían, cuando sentía, al principio.
La sangre se le subió a los cachetes, y decidí que todo debería terminar.
Alcé mis brazos, la abracé por el cuello, y le mordí la cara.
Aquella mejilla hinchada de sangre se explotó en mi boca. Me dio tanto asco al principio. La piel era finita y arrugada. No la solté.
Comencé a masticarle mientras gritaba y me daba de golpes. Me entraron unas náuseas horribles, pero no la dejé ir, mejor que gritara y dejara de hablar tanta mierda.
Alcanzó una figura de un unicornio de porcelana que tenía sobre su escritorio y me golpeó en la cabeza, sólo entonces la solté, me empecé a marear cuando le vi la cara, luego todo se hizo blanco.

Cuando me levanté, no me podía mover, ni hablar. La visión se me nublaba y lo que alcanzaba a ver era una bombilla blanca en el techo.

5 comentarios:

Agentes Catalíticos dijo...
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Unknown dijo...

1. bravo, bravo. Muy bueno como los anteriores.

2. ¿Como que querías leer en Cianuro?

3. ¿Como que Agentes Catalíticos no te ha contestado?

ummm, yo tengo acceso a las catalidades y no he visto nada tuyo...

Bai!

Samuel Medina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Samuel Medina dijo...
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Unknown dijo...

ya va como un mes que no hay na nuevo, ¿que esperas?